En plena campaña presidencial, Estados Unidos intensificó su estrategia de defensa comercial al iniciar seis investigaciones contra tres productos brasileños. Esta acción se enmarca en una política proteccionista cada vez más amplia que busca frenar las importaciones y proteger la industria nacional, demostrando que Washington parece comprometido con este enfoque, sin importar quién asuma el liderazgo en la Casa Blanca el próximo año.
Según un artículo publicado por Gabriel Malheiros en DatamarNews, la Comisión de Comercio Internacional de Estados Unidos (USITC) anunció la semana pasada la apertura de dos investigaciones sobre exportaciones brasileñas de cápsulas duras vacías. Las investigaciones, que incluyen casos de dumping y subsidios, pretenden determinar si estos productos están siendo vendidos a precios injustamente bajos o si están respaldados con subsidios que afectan a los fabricantes estadounidenses.
Asimismo, el pasado 18 de octubre, la USITC votó a favor de aplicar aranceles adicionales a productos de acero resistente a la corrosión provenientes de Brasil, alegando que estos productos están “subvaluados y subsidiados” por el gobierno brasileño. Esta medida podría desestabilizar rápidamente el comercio entre ambos países, ya que añade incertidumbre en el mercado de exportaciones brasileñas hacia EEUU, especialmente tras la decisión de Washington en junio de sumar aranceles a las importaciones de hierro y silicio de Brasil.
Esta tendencia proteccionista de Estados Unidos se alinea con una ola similar que se está expandiendo a nivel global. De acuerdo con datos de la Organización Mundial del Comercio (OMC), se han registrado más de 130 nuevas restricciones comerciales desde principios de año, lo que representa un aumento del 8% en el total de más de 1.600 restrictivas implementadas desde 2009. En conjunto, estas restricciones ya afectan más del 10% del comercio global de bienes.
En paralelo, los gobiernos han intensificado los subsidios en sectores estratégicos como el tecnológico, exacerbando las tensiones comerciales. En respuesta, la OMC ha registrado un número récord de investigaciones de defensa comercial, con 210 casos en el primer semestre de este año, casi igualando el total de 2023. Aunque no todas estas investigaciones terminan en aranceles, su impacto desalentador en el comercio es evidente.
Donald Trump, ex presidente de EEUU y para las elecciones de 2024, ha amenazado con imponer aranceles elevados a los candidatos sobre casi todas las importaciones, lo que abarca más de tres billones de dólares en bienes. Trump ha planteado que esta medida sería la más severa para productos chinos, con el objetivo de aumentar los costos de los productos extranjeros y reconfigurar las cadenas de suministro a favor de EEUU. Según The New York Times, estos aranceles cubrirían casi todas las importaciones estadounidenses.
Ngozi Okonjo-Iweala, directora general de la OMC, alertó sobre el creciente uso de políticas comerciales como herramientas de presión geopolítica y de seguridad. En un reciente discurso ante el FMI, Okonjo-Iweala afirmó que “los tiempos no son solo turbulentos, sino tensos”, y advirtió que el comercio no debería ser un “chivo expiatorio” de problemáticas que se originan en políticas macroeconómicas o tecnológicas.
El líder de la OMC también señaló que los conflictos comerciales actuales —que abarcan desde aranceles en vehículos eléctricos hasta disputas sobre el acero— evocan el peligro de un “desorden económico” similar al que precedió la creación de las instituciones de Bretton Woods, diseñadas para evitar extremos de conflicto económico y político.
Actualmente, EEUU aplica 13 medidas antidumping o compensatorias contra productos brasileños, entre ellos acero, papel sin recubrimiento, miel natural y jugo de limón. Aluisio Campos, profesor de Comercio en la American University, considera que esta política proteccionista seguirá en aumento, indicando que “con el endurecimiento de la economía, las empresas locales son más sensibles a los precios de bienes importados”.
Pese a estas barreras, EE.UU. mantiene un superávit comercial constante con Brasil. Aunque se esperaba que Brasil alcanzara un superávit este año, el saldo hasta septiembre muestra un déficit de US$ 1.200 millones en un intercambio total de US$ 60.100 millones.
Las tensiones y el proteccionismo reflejan una estrategia en EE.UU. que, cada vez más, utiliza el comercio no solo como una herramienta económica sino también geopolítica, lo cual plantea desafíos significativos en la estabilidad del comercio global.