La región ha pasado un año de fricciones, más allá de que todos los actores coinciden en que hay que trabajar juntos, lo cierto es que han aparecido obstáculos que, por lo general, han frenado los impulsos de Uruguay y Paraguay, en especial en lo que tiene que ver con la inserción internacional y las vías navegables.
La Hidrovía Paraná-Paraguay (HPP) es la vía que une a la región, incluso más allá del Mercosur, porque Bolivia también es uno de sus integrantes pese a estar teniendo poca participación en las decisiones y en su peso específico en el río.
Pero las cargas son las que deben convocar a que todos trabajen unidos, porque lo que unos precisan, el otro lo puede brindar.
Están los casos de Paraguay y, justamente, Bolivia, que son los dueños de gran porcentaje de la carga que transita por la HPP, pero Uruguay y Argentina son el soporte logístico para la salida al mar y el comercio con países extra zona.
Por otro lado, Brasil juega un rol diferente. Es un país que tiene todas las posibilidades y que cualquier impulso que otorgue en la vía navegable puede hacer la diferencia.
Por esa razón, las cargas de Mato Grosso do Sul son pretendidas por la flota paraguaya y por los puertos con salida al Río de la Plata.
Pero a pesar de que todo pareciera muy claro y el concepto de complementariedad debería primar, existen algunas distorsiones.
Una de ellas es la pretensión del gobierno argentino de dominar las reglas del río Paraná, y con ellas las de la Hidrovía, pero también está la insistencia con un acuerdo multilateral de cargas en el seno del Mercosur, que supone una defensa a las marinas mercantes nacionales.
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