La Unión Europea (UE) se enfrenta a una encrucijada crítica en sus relaciones comerciales con China, donde algunos Estados miembros abogan por la protección de sus mercados, mientras que otros buscan salvar y atraer más inversiones del gigante asiático.
Las tensiones se han intensificado tras la reciente decisión de la Comisión Europea de imponer aranceles de hasta el 35,3% a los vehículos eléctricos fabricados en China, un movimiento que evidencia la compleja dinámica dentro de la UE, indicó Euronews.
En la cumbre europea del pasado verano, los líderes describieron a China como un «socio, competidor y rival sistémico». Esta ambigüedad se tradujo en la decisión del viernes de la Comisión, que buscó intervenir en medio de las posturas divididas de los Estados miembros. Mientras Alemania, apoyada por Hungría, Malta, Eslovenia y Eslovaquia, intentó frenar la imposición de aranceles, otros países como Francia, Italia y los países bálticos votaron a favor de la propuesta.
El abogado Victor Crochet de Van Bael & Bellis indicó que la decisión de la Comisión se centra en el deseo de que las empresas chinas, en lugar de exportar productos a Europa, realicen inversiones dentro del bloque. Sin embargo, existe un fuerte escepticismo entre los gobiernos, que temen que protegerse de importaciones chinas más baratas puedan perjudicar las inversiones ya establecidas en la UE.
Los datos de la Comisión muestran que la inversión extranjera directa china en la UE alcanzó los 4.700 millones de euros en 2023, un 10% menos que en el año anterior. Estos fondos se han dirigido principalmente a sectores como la automoción, biotecnología, sanidad y farmacéutica. Sin embargo, la votación refleja la diversidad de opiniones entre los Estados miembros sobre cómo manejar sus relaciones económicas con China.
La postura de Alemania es particularmente notable, ya que defiende los intereses de sus empresas automovilísticas, como Volkswagen, que se ven afectadas por la ralentización de la demanda en China y la creciente competencia en el mercado europeo. Según Alicia García Herrero, analista del grupo de reflexión Bruegel, Alemania busca mantener el acceso al mercado chino, incluso en medio de despidos en Europa.
Hungría, por su parte, ha optado por alinearse con las iniciativas chinas, como la apertura de una fábrica por parte del fabricante de vehículos eléctricos BYD. En contraste, España, que busca fomentar su colaboración con China, se abstuvo en la votación, evidenciando su interés en atraer inversiones chinas, como la reciente asociación con Chery Auto para producir coches en el país.
Francia e Italia, con sectores automovilísticos menos competitivos en el mercado chino, han apoyado más decididamente los aranceles, reafirmando su compromiso de proteger sus industrias. Los impuestos arancelarios por la UE siguen siendo menores en comparación con los de otros mercados, lo que sugiere una estrategia más proteccionista que podría intensificarse en el futuro.
La reciente medida de imponer aranceles representa un cambio significativo en la política comercial de la UE, que se aleja de una postura de mercado abierto hacia una agenda más defensiva. A medida que China responde a estas acciones a través de la Organización Mundial del Comercio, la incertidumbre sobre el futuro de las relaciones comerciales entre la UE y China continúa creciendo.
Con un mosaico de opiniones divergentes entre los Estados miembros, la UE deberá encontrar un equilibrio entre la protección de sus propios intereses económicos y la necesidad de mantener relaciones constructivas con un socio comercial tan influyente como China.