La alianza 2M, que unía a las navieras Mediterranean Shipping Company (MSC) y Maersk en un esfuerzo conjunto para optimizar rutas comerciales entre Asia y Europa, ha llegado a su fin.
Tras más de siete años de cooperación, ambas líneas han decidido operar de forma independiente, redefiniendo el panorama del transporte marítimo global y generando expectativas sobre un posible cambio en la dinámica de fletes y servicios logísticos.
Según una nota de El Economista de España, la separación de estas dos gigantes del sector ha obligado a la industria a reestructurar trayectos y acuerdos de reparto de carga, en un mercado que mueve cerca del 90% del comercio global por volumen y cuyo valor asciende a unos US$ 2,3 billones. Este ajuste refuerza el oligopolio del sector, donde tres grandes alianzas dominan el negocio mientras MSC apuesta por una estrategia en solitario.
En este nuevo escenario, MSC, que posee la mayor flota de contenedores del mundo, está enfocada en construir una red independiente que conecte sus terminales en Asia con las de Occidente.
Su director ejecutivo, Soren Toft, ha señalado que el objetivo es ofrecer “una conectividad inigualable con corredores directos”, reforzando así su autonomía operativa.
Por su parte, Maersk, que cotiza en bolsa, está redirigiendo su estrategia hacia la integración logística de toda su cadena de suministro, buscando diferenciarse en el mercado con un enfoque más amplio en soluciones logísticas.
La competencia entre ambas compañías podría traducirse en una mayor presión sobre los precios de los fletes. Joel Grau, consultor y exdirectivo de JP Morgan, anticipa que la rivalidad “podría generar más competencia en las tarifas”, aunque advierte que factores externos, como la crisis en el Mar Rojo y la reorganización de rutas, podrían influir en los costos.
Sin embargo, MSC cuenta con los recursos financieros y la capacidad de inversión para sostener su expansión, lo que sugiere que esta nueva etapa traerá consigo importantes movimientos en la industria del transporte marítimo.